Una casa con vistas al mar de 58 m²
Abrir la casa a su entorno, a la luz, al aroma y a la belleza del Mediterráneo. Ése era el deseo de los propietarios de esta preciosa vivienda menorquina, y así se lo transmitieron a la interiorista Mar Ruiz Millet al encargarle el proyecto decorativo de su casa. Por eso, de inmediato, se decidió por el blanco como color predominante en todos los espacios; el propósito, claramente, era atrapar fragmentos de la singular belleza que tiene la luz en las Islas Baleares.
Los sabios toques de azul, casi siempre presentes en los textiles, fueron claves para potenciar la claridad. La sensación de bienestar es notable para sus afortunados moradores; ésta se reforzó con una descarada invitación a la frescura y a la relajación, sensaciones ambas muy codiciadas durante los ansiados periodos estivales. La situación privilegiada de la casa, en primera línea de costa, y el clima benigno de la zona fueron razones poderosas para crear un segundo salón al aire libre.
El extenso espacio destinado a la terraza invitaba a colocar un cerramiento, pero los propietarios prefirieron instalar unas cortinas blancas que independizan cada ambiente. Una zona de estar, un comedor para ocho personas y un solarium componen el espacio más envidiable de la vivienda. Los materiales naturales jugaron un papel fundamental a la hora de imprimir una nota cálida en cada ambiente. Así, fibras naturales y maderas macizas se alternan con los tonos más frescos de la paleta; el mobiliario escogido, aunque muy sencillo, aporta el equilibrio y la armonía justa al espacio. Además, con el objetivo de facilitar la vida a los habitantes de la casa, se buscaron acabados fáciles de limpiar y de mantener, sin recovecos y resistentes al ajetreo diario.
Los mejores ejemplos de ello son el cuarto de baño y la cocina. Dos zonas de mucho uso y que precisan una constante limpieza. Para el baño, por ejemplo, los propietarios encargaron un mueble a medida, que esconde mucho espacio de almacén en su interior, pero con los frentes lisos y tratados contra la humedad, que requieren un mínimo mantenimiento. La cocina se equipó con todas las comodidades necesarias en cuanto a electrodomésticos. Los revestimientos se instalaron de suelo a techo, evitando zonas de pintura o papel, un recurso muy utilizado en ambientes actuales; los azulejos de gres esmaltado resultan aquí más funcionales.
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